Nunca, nunca, nunca hay que rendirse
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Evidentemente, aquí no acaba la historia. Mónica y Teresa siguen trabajando con la Secretaría de Salud y con el Poder Judicial para aplicar el Decreto 2832. En septiembre, pondrán en marcha una campaña para informar al público sobre sus nuevos derechos.
No obstante, su labor ha conllevado un gran coste. Han pinchado los teléfonos del Centro Mujeres, les han cortado la luz y el teléfono y les han robado las cámaras de seguridad. Han destrozado sus carteles y matones extremistas las han amenazado y perseguido por la calle. «No nos han dejado tranquilas ni un segundo», cuenta Teresa.
Este atropello ha sido tan flagrante que la respuesta pública ha sido la contraria a la que buscaban los extremistas: el apoyo al Centro Mujeres no ha hecho más que crecer.
«Pese a todo, en ningún momento hemos dejado de trabajar con mujeres y adolescentes», dice Mónica.
«Cuando te das cuenta de cuánto sufren las mujeres, no te queda más remedio que seguir adelante», explica Teresa. «No puedes permitirte dejar de ser la voz de esas mujeres que no tienen voz».
Nadie puede lograr nada por sí solo.
Mientras escuchaba a Mónica y Teresa, me di cuenta de que, igual que habían logrado concienciar a su comunidad explicando «Esto es lo que está pasando en el mundo y esto es lo que está pasando en México», estaban haciendo lo mismo conmigo.
La información es poder. Me ha inspirado mucho aprender de manos de Mónica y Teresa que formamos parte de un movimiento de derechos humanos que va más allá de los Estados Unidos; un movimiento del que tenemos mucho por aprender.
Aunque nuestra causa parezca ahora perdida (uno siente que «no hay nada que hacer» cuando ve que estados como mi Georgia natal imponen nuevas restricciones draconianas al aborto), el cambio es posible. Solo tenemos que mirar un poco más al sur para encontrar la inspiración que necesitamos.
Yo, por mi parte, acabo de comprarme un pañuelo verde y de contactar con el Feminist Women’s Health Center de Atlanta para preguntarles qué puedo hacer para ayudar.